camino mirando hacia el piso. no porque me sienta menos o le tenga miedo a la gente. simplemente porque en el df es muy sencillo embarrarse de mierda y a mí no me gusta que mis zapatos se ensucien.
pero no es así con la vida diaria. por más precauciones que he tomado, no consigo evitar que cada vez más partes de mí estén llenas de mierda y lo peor del caso es que no se puede limpiar.
cagada tras cagada, el hedor me está asfixiando. cagada tras cagada no tengo ruta de escape, hacia donde sea que volteo hay un mojón de mierda acechándome y no puedo saltar, mucho menos volar.
parada en el centro de este campo minado, laberinto escatológico que me agobia, no encuentro salida ni solución.
habrá quienes digan que hay que esperar a que la mierda se seque para recogerla y ponerla en la basura. pero es que no contemplan la magnitud y frescura de la mierda que, como avalancha, amenaza con sepultarme antes de que pueda intentar tomar una pala y defenderme de mis propias heces.
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